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Incansable investigadora del mar, Carmen Grados se convirtió en 2005 en la primera científica peruana distinguida con la medalla Eugene LaFond, que otorga la Asociación Internacional para las Ciencias Físicas de los Océanos. Un reconocimiento a su trabajo
silencioso.

Por JOSÉ VADILLO VILA | FOTO: PEDRO CÁRDENAS

Jacques Cousteau y la tripulación del Calypso recorrieron los mares del globo terráqueo. De paso, bañaron la imaginación de quienes, en las décadas anteriores al surgimiento del bigbrotherismo y la televisión por cable, disfrutaban en la señal abierta de teleseries como La vida en el mar, donde sólo había espacio para maravillarse de las bondades de la naturaleza mediante los ojos de un científico febril.
De niña, Carmen Grados era seguidora de Cousteau y soñaba con escifrar algún día los secretos del mar, con una pasión similar a la del enceño francés. “Una cosa importante en la vida es analizar si con el tiempo hemos luchado y cumplido con ese deseo de niños, o qué nos faltó para realizarlo”, dice la científica de la Dirección de Investigaciones Oceanográficas del Instituto del Mar del Perú (Imarpe) en La Punta, Callao.
Ella nació en Lima, a unos kilómetros del litoral, pero no tuvo una relación directa con lo que sería su materia de trabajo, salvo a través de esporádicos paseos familiares al puerto del Callao y a las playas en los veranos. Sin embargo, al acabar el colegio en las Canonesas de La Cruz, en Pueblo Libre, su familia no le puso reparos cuando a la clásica pregunta de ¿qué vas a estudiar, hijita? Respondió oceanografía. En 1980, ganó una beca del Inabec para estudiar oceanología en el Instituto Hidrometeorológico de Odesa (Ucrania), a orillas del mar Negro. “Cuando llegué a allá, me pude dar cuenta de que había postulado a una carrera en la cual, más que biología marina, iba a hacer la investigación de la física de los océanos”, sonríe recordando la anécdota. Nunca volvió a ese país de las estepas. Sólo conserva sus gratos recuerdos. Manifiesta que fue afortunada. Durante los seis años que vivió allá, mientras aprendía el ruso, la oceanografía regional, los métodos de medición marina y salía al mar Negro para familiarizarse con los equipos, los países de la entonces Unión Soviética dejaban el socialismo con la llegada de Gorbachov y la perestroika al poder. Ella fue parte de ese momento histórico. Una testigo del cambio más importante de la humanidad en las últimas décadas. Un privilegio.
Desde que retornó al Perú en 1986, su vida está asociada al seguimiento de las condiciones físicas del mar peruano y la ocurrencia de El Niño, el fenómeno climatológico que afecta las costas del Pacífico. Su esposo no tiene celos de las horas que la científica le dedica a El Niño, sino que –al igual que ella– comparte su pasión por él (ambos son oceanógrafos), una profesión que para la magíster en ciencias del mar falta promocionar en el país y carece de la verdadera importancia que tiene. En agosto, Grados Quispe viajó de nuevo al extranjero.
No iba esta vez como una estudiante becada. La reclamaba el mundo para reconocer su labor. En Cairns (Australia), durante la Conferencia Dynamic Planet 2005, recibió el Eugene LaFond, un premio que cada dos años otorga la prestigiosa Asociación Internacional para las Ciencias Físicas de los Océanos (IAPSO, por sus siglas en nglés) para reconocer el trabajo presentado por un científico de un país en desarrollo.
La peruana obtuvo el galardón por dos estudios sobre el Fenómeno de El Niño (FEN): el primero sobre la variabilidad climática e impactos del FEN en la zona de Paita, entre 1960 y 2005; el otro se refiere al estado actual y los avances recientes en el sistema de vigilancia del Comité Nacional para el Estudio del Fenómeno El Niño (Enfen).
Para Grados, se trata de un reconocimiento no a su persona, sino al trabajo conjunto de las seis instituciones integrantes del Enfen.
“El concepto de unidad, que somos parte de un todo y ver a la Tierra como nuestro hogar, es muy importante para lograr una visión de futuro. Hay que inculcar en los niños que el hombre es parte de todo un conjunto que vive sobre la Tierra, y que en la medida de que interactuemos con todo ese conjunto, seremos parte de un proceso armonioso”, afirma la científica, quien ha observado con modestia la vida y los ciclos que se dan en la naturaleza, durante campamentos familiares y las largas horas para reflexión que deja la soledad de las investigaciones de varios días en altamar, el hábitat que descubrió como suyo hace muchos años.
“Particularmente, desde el punto de vista del clima, de la oceanografía, ser peruanos nos abre las puertas porque tenemos uno de los mares más ricos del mundo, con un proceso de afloramiento casi permanente en todo el litoral, el cual sustenta la gran productividad de nuestro mar, y además somos el país donde impacta El Niño con mayor intensidad. Hay un gran interés de la comunidad internacional por conocer sobre dichos efectos del FEN en el Perú. Los peruanos debemos sentirnos orgullosos y honrados de lo que tenemos, que podemos contribuir en preservar y ayudar a formar un mundo mejor. Las mejoras que necesitamos como país se logran coordinando y conversando.”
Grados no quiere hablar más en primera persona, repite que eso es imposible para el trabajo que hace. La científica de 42 años de edad nos explica respecto a los avances en la elaboración de modelos matemáticos y físicos, para que en el mediano plazo se pueda predecir con exactitud los futuros FEN.
Expresa que todavía no ha hecho inmersiones como Cousteau, pero igual ama y respeta su profesión y el mar más que en un verso de poeta, es el escenario de su trabajo diario, donde –literalmente– se siente como pez en el agua. Donde espera concluir un estudio histórico sobre la corriente de Cromwell, que con sus altos contenidos de oxígeno y salinidad influye en la productividad de nuestro mar. Toda una mujer de desafíos.

«Desde el punto de vista del clima, de la oceanografía, ser peruanos nos abre las
puertas porque tenemos uno de los mares más ricos del mundo, con un proceso de
afloramiento casi permanente en todo el litoral.»

Nombre:
MARÍA DEL CARMEN GRADOS QUISPE.

Fecha de nacimiento:
14 de agosto de 1963.

Lugar: Lima.

Edad: 42 años.

Esposo e hijas: Luís Alberto Vásquez. Sol
(tres años), Camila (cuatro años) y Sofía
(ocho años)

Logros: actual secretaria técnica del Comité
Enfen, representó al Imarpe en reuniones
técnicas del Comité Estudio Regional del
Fenómeno El Niño (Erfen), ha participado en
diversos certámenes y publicaciones en Asia, Europa, y América; así como en tres cruceros regionales conjuntos de investigaciones oceanográficas en el Pacífico Sudeste.
 
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