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folclorista
corazón serrano

Ha vendido 180 mil discos, sin contar los millares de CD piratas que a diario salen al mercado con su voz. Sus conciertos reúnen con frecuencia diez mil personas. Sus presentaciones en Estados Unidos y Europa le han valido un sobrenombre: “la internacional”. Sonia Morales, la confirmación del renacimiento del folclor nacional..

Por GABRIEL VALDIVIA VÉLEZ | FOTO: CARLOS LEZAMA VILLANTOY

En una breve relación de divas del folclor, su nombre aparece con los colores a punto de estallar. Luce en altorrelieve, orlado de un prestigio que nace con la simpleza de su voz, que casi es un émulo del viento, capaz de estimular si sopla tenue o de exaltar si se desata.
Esos aires son del ande, huelen a pan fresco, a leche sin pasteurizar, no tienen código de barras pero sí la garantía de lo natural. Y es que no obstante la fama, que es más bien un patrimonio de los conos, ella mantiene la sencillez. La trayectoria de Sonia Morales tiene más brillo
que cualquiera de los atuendos que lleva en cada presentación. Creció con las limitaciones que marcan la vida de casi toda familia de pueblito serrano, pero al constatar que ese cielo diáfano del entorno infantil se abría ilimitado, decidió que las ilusiones volaran. Soñó que con su voz podía construir en la ciudad algunas metas y acertó.
Diez mil personas es la menor cantidad de público que congrega un espectáculo suyo, que casi siempre es catalogado como el megaconcierto del año. Y más allá de si se ajusta en proporción a la frasecita, los melómanos que disfrutan su música, saben que el huayno de Sonia Morales es la visa para viajar sin escalas al mundo andino.
Ella prefiere ser más cauta cuando dice que su música, si bien se sostiene rítmicamente en un arpa bien tocada –lo que le da una dulzura especial–es un huayno que incluye batería electrónica, bajo electrónico y teclado, con lo cual puede meterse a la juventud en el bolsillo. “Mi música se ha modernizado”, dice la artista y explica que entre un canto melancólico y uno jaranero, ella prefiere el segundo.Es su estilo.
Cómo no, también le canta a los enamorados, armando temas con historias propias y ajenas, pues dice que en el proceso creativo toma en cuenta letras que le sugieren los propios fans. Una madre que dejó a su hijo, una persona que cometió el mismo error dos veces, una vecina metiche, pueden dar pie a una canción y, quien sabe, a un éxito. “Muchos temas encierran parte de la vida cotidiana, por eso funcionan”, refiere, no sin antes reconocer que muchos compositores le hacen llegar algunas letras, entre ellos Paco Luna, un ancashino, como ella. Las canciones “El celular”, “Perdóname”, “La pulguita”, son muestras de que ella no miente cuando dice que las letras sencillas funcionan. “A mí me decían: oye cómo vas a hacer esa canción, pero yo no hacía caso, sabía que eran vivencias y que iban a gustar.” De cerro en cerro podría ser una definición exacta de la rutina que cumple esta mujer de acicaladas formas, pues entre un escenario de sierra y otro de la periferia capitalina, las alturas siempre serán denominador común y escucharla un ingreso seguro a terrenos de la estratosfera. En torno a su cadencia, ella sonríe, se sonroja, se vuelve de fuego y se llena de risa, negándola. De su voz, discrepa, no cree que sea un trino como dicen los que la aman, que constituyen algo así como una especie de militancia abnegada en todo el país y que tiene su gran base en Los Olivos, donde ocupa una casa de cuatro pisos que es, además de hogar, su cuartel general. Desde uno de los pisos de su residencia, Manuel Espinoza, su manager y esposo, la apoya con la organización, el marketing, la planificación de las giras, la atención a los medios de comunicación y toda la parafernalia que constituye el cantar andino ubicado en el star system de la música local, en la voz de la internacional Sonia Morales, como la llama el público y la prensa. Desde la empresa familiar, que reúne a una treintena de personas, el profesionalismo salta a la vista. Hay en mente crear un sello discográfico propio para lo suyo y para apoyar a otros artistas con talento. Hay una gira, posiblemente a Japón, entre abril o mayo, para completar una seguidilla de presentaciones que empezaron en España, Italia, Estados Unidos y Francia. “Es un sueño que anhelamos”, confiesa Sonia, con ojos rasgados como si desde ya se mimetizara para encandilar al público nipón dentro de poco. Y hay varios videos y hasta un calendario por nacer, que, a diferencia del famoso Pirelli, no será de edición limitada, ni tan mezquino en las ropas, pues Sonia se ha preocupado de mostrar una pollera distinta, cada cual con mayor color, acorde con la locación, el mes y el frío. Es decir, hay Sonia para todo 2006 a full color. Por lo pronto, cada fin de semana, sea en la explanada Rex de Los Olivos, en el bosque de Villa El Salvador, en San Juan de Lurigancho o el Callao, la internacional Sonia Morales inscribirá su voz en la memoria colectiva, como lo hizo en Maryland (Estados Unidos), donde la periodista Nelly Carrión del Washington Hispanic escribió que el huayno de esta artista nuestra está listo para internacionalizarse. Mil quinientas personas asistieron hasta El Boquerón, un lugar hecho para la parranda, que esa noche adquirió estatus de palacio, un verdadero palacio del folclor.

«Viajar por muchas partes del país y el mundo me ha permitido conocer y valorar a los peruanos en toda su dimensión. No es cierto que no sepamos
triunfar, a nosotros nos sobra el talento y en varias partes lo reconocen así.»

Nombre:
SONIA VIOLETA MORALES MÁRQUEZ

Lugar de nacimiento:
Distrito de Musho, provincia de Yungay,
Áncash.

Hijos (3): Maricielo, Adilson y Chiara.
Edad: Chibola (Por propia confesión).
Logros: Tres discos de oro por la venta de 180 mil copias, fuera de los piratas.
 
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