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caminante
hombre con huella

Descubrió desde niño su adaptación a toda geografía. Se identificó con los caminantes que en el incanato se llamaron chasquis. Este año recorrió el Perú en una travesía por la Paz y la Solidaridad. Felipe Varela, ganador del Premio Nacional de Derechos Humanos.

Por PATRICIA ESCUDERO ASCENCIO | FOTO: PEDRO CÁRDENAS

Su fortaleza física se condice con la que tuvieron los antiguos habitantes del Imperio Incaico. Tamaño medio, cuerpo musculoso, cabello largo y negro atado con cordoncillos, ojos pardos y... aunque sus rasgos faciales no coinciden con los del indio peruano, el color cobrizo que su piel ha tomado por la constante exposición al sol, al viento y al frío de los Andes le ha dado la imagen exacta de un chasqui.
Felipe Varela Travesí encabezó la Caminata por la Paz y la Solidaridad en 2005. Caminó este año 12 departamentos en cuatro meses para llevar a más de 150 pueblos afectados por la violencia terrorista un mensaje de solidaridad por su sufrimiento, pero también para convencerlos de que hasta el más cruel destino puede tener un final feliz. Un limeño inevitablemente moderno, cambió la túnica indígena por un blue jean y un polo de algodón; como no tuvo suficiente espacio con el qipi tejido que los chasquis de antaño llevaban sobre sus espaldas, tuvo que hacerse de una mochila de montañista donde entra toda su utilería, además de zapatillas para tracking y lentes oscuros, porque es necesario darse algunas facilidades cuando uno se adentra en la naturaleza cruda. Conserva, sin embargo, el pututo de caracol marino con el cual anuncia su llegada a las comunidades que visita.
Como existe el teléfono, la Internet y el correo, nuestro chasqui ya no es un medio de comunicación. Con sus largas caminatas lleva un mensaje de paz viviente, y con su actitud muestra un hombre sencillo, amante de la naturaleza, conideales de justicia y mucha energía para hacer cosas; pero busca también la puesta en valor del Gran Camino Inca (QapacÑam) porque está seguro que esta red de caminos puede ser aprovechada por las comunidades para desarrollar un turismo rural que mejore su calidad de vida. “Comencé a conocer el Perú con mi padre, desde muy pequeño, viví en Tarma, Tacna, Cajamarca, siguiendo a mi padre, un jefe departamental de la Policía Nacional. He estudiado en medio Perú, en colegios privados de Lima y en otros de la Sierra y eso me ha hecho vivir la realidad diversa de nuestro país. He vivido entre surfistas y entre chicos que montaban caballo y cuidaban su ganado y me he adaptado a todo”. Con estas vivencias y sus estudios de comunicación social en Brasil, Felipe se hizo una visión integral del país, donde Lima sale sobrando por sus diferencias abismales con los demás departamentos e incluso con sus provincias. “No soy citadino. Vivo en Lima sólo una semana del mes para ver a mis hijos y resolver asuntos personales”, dice con el típico orgullo andino. Su interés por la ecología y el desarrollo turístico lo hizo viajar cada vez más por el Perú. En 1996 hizo su primera propuesta para poner en valor el Qapac Ñam, cuando el INC todavía no
tenía ningún proyecto. Trabajó como distribuidor mayorista de Milkito y Coca Cola para juntar dinero e investigar in situ el recorrido e influencia de este impresionante sistema vial inca. Uno de los primeros tramos que recorrió fue el corredor Jauja-Pachacamac, mientras tanto leía las más importantes crónicas incas como las de Pedro Cieza de León, y el compendio de John Hyslop, que reúne toda la información existente sobre estos caminos. En 2002, hizo un proyecto de Qapac Ñam en Cajamarca, con el respaldo de la Unión Europea para el registro de aves, rutas ancestrales, botánica y todo tipo de fauna en los alrededores de este camino, y en 2003 el INC lo contrató para dirigir un levantamiento de información para Unesco que llevaría a declararlo Patrimonio de la Humanidad, lo que hasta ahora no se logra.
“Mi sueño es el desarrollo del turismo, pero dirigido por las comunidades, no por los operadores que se llevan todo el dinero y sólo dejan para la población local la preparación de la comidita o el cargado de bultos a los turistas”, dice Felipe. Y es que en sus miles de kilómetros recorridos y sus cientos de pueblos visitados no ha encontrado ninguna experiencia en que comunidades manejen sus propios negocios turísticos para beneficio colectivo, no obstante que son las dueñas de espectaculares lugares ansiados por los turistas, como el Manu. Pero Felipe no sólo camina para el Qapac Ñam, su espíritu rebelde y su interés por la ecología lo hicieron en 2001 la cabeza de una marcha contra la minería desde Cusco hasta Cajamarca, apoyado por la Coordinadora Nacional de Comunidades Afectadas por la Minería (Conacami) y el pleno respaldo de las comunidades que buscaban defender su medio ambiente. ¿Y de qué vives?, preguntamos. Hago proyectos de desarrollo ecoturístico que inserten a las comunidades como actores de esta actividad. Diversas instituciones los financian para desarrollar la propuesta. Además, los municipios nos piden consultorías.
Nuestro chasqui ha cruzado la frontera norte para unir Ayabaca con Loja y tiene pensado, después de la Caminata por la Paz y la Solidaridad, recorrer todo el antiguo Qapac Ñam, es decir, el camino que unía Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina. Consciente de que necesita ayuda, Felipe ha dado los primeros pasos para crear una Escuela de Chasquis que forme no sólo chicos corredores sino agentes turísticos, conscientes
del valor de sus riquezas naturales y conocedores de arqueología,
ornitología y botánica, es decir, actores del desarrollo de sus pueblos. El proyecto comienza a concretarse con el apoyo de la Universidad del Pacífico. Paralelamente, en Piura, en el apacible pueblo de Pacaipampa
que lleva a las Huaringas, conflictuado con la mina Majaz, Felipe se dispone a convertir las rondas campesinas en grupos de apoyo al turista, con capacitación y equipamiento para rescate de alta montaña, auxilio médico, guías turísticas y otras labores. Es la mejor manera de demostrar que a su paso está dejando huella.

«Los antiguos peruanos nos heredaron en el Qapac Ñam un camino que puede mejorar la calidad de vida de nuestras comunidades nativas, nos toca a sus hijos aprovecharlo, para que en algún momento se logre interconectar comercial y culturalmente a cientos de pueblos.»

Nombre:
FELIPE VARELA TRAVESÍ

Lugar: Lima

Edad: 39 años

Hijos: Raymi (Fiesta en quechua) de 5 años
y Ananda (Felicidad en sánscrito) de 12 años

Profesión: Comunicador Social

Especialidad: Turismo rural y ecoturismo

Logros: En una sola caminata ha unido la
frontera del Perú con Ecuador y Bolivia,
recorriendo 12 departamentos en 118 días
para llevar un mensaje de paz a miles de
afectados por la violencia terrorista.

Premios: Premio Nacional de Derechos Humanos 2005 otorgado por la Coordinadora
Nacional de Derechos Humanos. Premio
talentos anónimos de Odebrecht. Huésped
ilustre de más de un centenar de municipios
distritales.
 
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